jueves, septiembre 28, 2006

Femineidades tardías.


Comencé con un leve retraso el acicalamiento femenino, digamos diez años después, y de la peor manera. Un mal de ojo, literalmente, me tiene con irritación en el párpado por usar cremas finas vichy, y no mi tradicional nivea soft, si seré rota. Jamás usé maquillaje, ni supe delinearme los ojos con una eximia línea negra, para agudizar mi torpeza cuando debo disfrazarme convoco a un equipo asesor para que me estuque, planche el pelo y de mases.Las incondicionales amiguillas que se trasportan a su niñez,conviertiéndome en una pepona cualquiera.
Y en que momento comencé a preocuparme, nada tiene que ver el cuarto de siglo recién cumplido, y esas pequeñísimas líneas de expresión que disimulo con amplia sonrisa, sino simplemente que las cremas llegaron como regalo, y no las pude despreciar. Queda claro!!!.
El punto de inflexión fue la constitución del autoclub que presido, en donde me prohíbo utilizar cualquier tipo de menjunje que dañe la cara de poto natural. Dos, alisarse es el pelo sólo una vez por semana. Tres, en caso extremo de espinilla mostrarla con honor como bastión de la púber que llevo dentro. Cuatro, se acepta la utilización de brillo labial para iluminar el rostro.
La mina gritona del más recóndito rincón de mi subconsciente, llora desconsolada, mientras el Marcelo Ignacio (nombre designado por mis padres, hasta que llegara) gana una batalla y confirma la frase para el bronce de un muy buen amigo: “No importa, si la Lily piensa como hombre”.
PD: Amiguilla, no se sienta, el regalo es estupendo, la inepta soy yo. Muac Muac

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