lunes, febrero 18, 2008

In Crescendo



Será producto de los días en soledad, pero cada vez y con más devoción cultivo, atesoro y agrada el silencio, sin vocecillas chillonas vociferando qué, en dónde, con quién y para qué harán algo. Luego de experimentar momentos de verborrea, además de admitir la carencia de un esfínter bucal, porque tirar mierda gratuita mimetizado de ironía o sarcasmo es típico de personalidades egocéntricas, me he dado cuenta de lo bello del silencio. Siempre lo supe, pero experimenté en pocas ocasiones, casi siempre ante paisajes oníricos, y ahora está ahí, tan presente, casi palpable.


Luego de aprender ciertas lecciones, como no dar nada por sentado, hasta que un timbre notarial, carta de aceptación o llamado telefónico lo confirme. Y luego, de noches deambulando por el mundo de yo pienso que, me gustaría que y por qué yo no, te das cuenta de la importancia de vivir en silencio, sin contar todo, sin hablar demasiado y escuchando los susurros internos para aprender a conocerse. No he leído ningún libro de autoayuda, ni místico y menos religioso, simplemente cuando das un paso firme haciendo retumbar y estremecer el cuerpo, despojas las debilidades, inseguridades, vanidades y envidias para amarte, y mejor aún, conocerte por completo.


Ya no hay miedos absurdos, miradas extrañadas, mentiras encubiertas de lástima, canciones tristes, ni aceptaciones por compromiso. Tampoco la idea es justificar todo, en un soy así y qué, a bastantes conozco de ese género, y bien pobres de alma son, incapaces de reconocer errores y expertos en hacer análisis FODA del otro. Y sí, algo de eso tuve, y sin caer en cuenta, cultive odios innecesarios e ingratas miradas por personas que transitaron en distintos momentos de mi vida, durante años pensé ser otra, o al menos, ser percibida de una manera distinta, y sólo por no guardar silencio, y también por la exquisita expresión corporal de cejas, desdeñes y cínicas sonrisas, desagradé a gente sin motivo.


Hoy guardo silencio, escucho sus consejos y continuo adelante, pero con las frente más en alto que ayer. Y no lo mal entienda, no es soberbia, es amor propio, pero del bueno. Autosatisfacción le dicen.

martes, febrero 12, 2008

Hemos Terminado


Ayer había un propósito, su insoportable presencia y agónica existencia me acompañó por más de un año y medio. Destetaba su persistencia, incoherencia y fin último, ahora que ha desaparecido y al fin terminé el vínculo ¿cuál será la excusa, para hacer algo nuevo?


Su cambiante andar dejó al límite mi tolerancia, sus despojadas opiniones anodinas fastidiaron la premura de querer desvincularme completamente de ella, jamás estuve de acuerdo, y al fin se hizo su voluntad, y no la mía, porque de haberlo querido hacer de verdad, sólo hubiese estado conmigo cortos seis meses.


No querías dejarme, y yo tampoco. Ahora que no estás, inventaré nuevos propósitos para mantener inquieto el espíritu, ocupada la mente, y de paso mantener el status quo del eterno aprendiz, para guardar las apariencias y no seguir creciendo.


El mutualismo se ha acabado, dejaré de parasitar por tu nombre y culpa. El verano termina y te extraño.