
Para algunos mí descubriendo puede ser más viejo que el hilo negro, o que él mismísimo Ñauca , pero el placer que me provocó saborear su exquisita textura es indescriptible.
Pregunté inocentemente, que era ese pequeño conito envuelto en papel rojo al dueño del almacén que queda contiguo al Cinzano – el Bar de Valparaíso y no el fernet- y proseguí mi camino hacia el ascensor Reina Victoria. Todo bien hasta ese momento. El problema es que a mitad de camino, y vaya que valoro mis pasos en subida, me tuve que devolver a comprar más. Y maldiciendo al almacenero, por ser parte de mi nueva adicción, embuché en mi gran bolso rojo cinco conitos. Él con una sonrisa burlona me dice: “ jajaja ahora, no sólo me comprarás sopa para uno (sí, mis almuerzos son tristes”). Bastante copuchento el caballero en cuestión, pero en fin.
Al conocer los Volki de chocolates Lagos del Sur, con la maravillosa sensación al saborear la combinación de manjar, una fina galleta en la base y todo envuelto en chocolate, creo que este invierno será , aún más cerdo y colmado de calorías. EXCELENTE!!!!!.
Y si alguien me ve en la calle cualquier día, no dude en pedirme un volki, de seguro tendré en mi cartera, o al menos, su envoltorio para que los conozcan. Eso sí, el año del ñauca los compartiré.