domingo, noviembre 12, 2006

Ojos mordaces , Bocas mironas

Diego Manuel, Arte de Buenos Aires

Las miradas no soportaron la hipocresía de las mordaces palabras que habilidosas se convirtieron en dardos certeros apuntando a la fibra de la inseguridad.
Todos posaron dichosos ante las mitómanas experiencias relatadas, cual con más gracia y encanto haciendo pender de las sillas a los participantes.
Creían conocerse bien, vidas enteras pasaron compartiendo, una y otra vez, las mismas situaciones, el mismo estado etílico, la típica humareda, el agudo o grave tono de voz, idénticos gestos y los reiterativos temas de conversación.
No es apto para quienes pretenden ser ermitaños, o aquellos expresivos que al mover una pestaña dan cuenta de su parecer.
Bienvenidos los hipócritas, vendedores de historias, amorosos fruncidos, indómitas de postal, genios venidos a menos en busca de la oportunidad.
Aléjense los idealistas, los recomponedores de sueños rotos, las madres entregadas, los perceptivos de auras color da lo mismo.
Y Mientras, los que se encuentran en la mixtura de ser y no ser, estar y haberse ido, amar hasta que el amor no sobrepase la autoestima pasen a la cíclica convivencia de la incertidumbre.

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