Sin más nada, me retracto, críticas constructivas desde el epicentro.
Entre sombras, lluvia y frío existo. Sin hibernar, disfruto el tiempo que lento trascurre entre noches congeladas, apreciando la calidez de gestos, miradas y caricias subvaloradas en la abundancia veraniega. Florezco en plenitud, ni las hojas acompañan la hermosura de vivir en pleno invierno, florescencias exquisitas, hipnóticas y distinguidas que se lucen ante tullidos que miran con estupor.
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