Pequeñas omisiones, silencios incómodos y palabras entrecortadas. Incertidumbre, cúmulos de preguntas y pocas respuestas consistentes.
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Deber, Poder y Querer; jamás tres palabritas causaron tanto efecto en todas las acciones emprendidas, verbos modales les llaman, remordedores de conciencia, pretenciosos y flagelantes les llamo desde ahora.
Ni siquiera “puedo” escribir lo que en realidad “quiero” porque no “debo” cometer torpezas, omisiones o malos entendidos. Es cierto, cada unas cuántas semanas o meses la cantinela se repite como vinilo rayado, casete enredado o MP3 desconfigurado, da igual, la misma estúpida canción se repite, una y otra vez.
Malditas palabras!!!.La inexactitud de lo pensado es un esbozo ininteligible hasta para la interlocutora o escribana presente.
¿Es posible que el “deber” sea más reconfortante que el “querer”?
Por ningún motivo – respondo enérgica - .
Como sí en algún momento de la historia la conformidad fuera la mejor aliada para acallar lo que no “debo”, aunque “quiera” expresar. Pequeña embustera vestida de homeostasis, la peor consejera cuando las dudas arremeten, el estómago aprieta y la conciencia pesa.
Al mezclar poder, deber y querer se convierten en un traba lengua seudo filosófico insufrible, capaz de confundir hasta el menos reflexivo, ese individuo que en su rutina es feliz, sin pensar en lo que vendrá, como si en el futuro no fuera la misma persona que habitará su vida.
- Puedo querer aunque no deba (confusión en su estado menor)
- Debo querer aunque no pueda (empecinamiento puro)
- Puedo porque quiero (confirmación de la voluntad)
- No debo querer lo que quiero (mirar por el rabillo del ojo lo ajeno en cualquier categoría)
- Quiero, debo y puedo (mezcla ocasional muy parecido a la autorrealización = éxito)
- Debo hacer lo que quiero ( utilizado menos de lo querible)
Asumo el caldo de cabeza constante, mezcla de por qué &%$#&#!!! y la irremediable situación de decidirse sin mirar atrás. Y cómo moraleja de una fábula de Esopo menciono dos céleres citas:
“Es más fácil escribir diez volúmenes de principios filosóficos que poner en práctica uno solo de esos principios”.
Tolstoy, León
“La ociosidad es la madre de la filosofía”. Hobbes, Thomas
MUCHO RATO, ME ABURRO!!!